El preahorro es un método para ahorrar dinero que intenta ofrecer una alternativa al modo de ahorro tradicional. La mayoría de las personas tienen el hábito de recibir unos ingresos, afrontar una serie de gastos y a final de mes considerar como ahorro la cantidad que ha quedado sin gastar. El preahorro propone justo lo contrario: ahorrar antes de empezar a gastar.
La fórmula es sencilla: cada mes, cuando recibes tu sueldo, el dinero que se deseas ahorrar se manda a otra cuenta diferente. De tal forma, esa cantidad de dinero no está nunca disponible en la cuenta de uso diario y no es necesario hacer un esfuerzo para no gastarlo.
Por ejemplo, si una persona gana $1.500, puede definir con su banco para que transfiera todos los meses $100 a otra cuenta. Así no lo tendrá disponible a la vista y sujeto a la tentación de gastarlo. O lo que es lo mismo, se empieza el mes con los deberes hechos y se acaban las excusas de que los gastos se han comido los ingresos y no hay manera de ahorrar.
¿Qué esfuerzo requiere preahorrar?
A las personas nos cuesta un montón proyectarnos y conectar con las necesidades que tendrá nuestro yo futuro, buscamos gratificaciones inmediatas, infravalorando los beneficios futuros. Y ante la elección entre una hipotética ventaja futura y una gratificación inmediata, los seres humanos tendemos a quedarnos con el aquí y el ahora.
Para combatir este ‘sesgo del presente’ y conseguir que el ahorro duela menos, se recomienda precisamente el método del preahorro. Es más fácil comprometerse a algo hoy que es doloroso pero que sucederá mañana que con algo que va a suceder inmediatamente.
Una vez tomada la decisión, el preahorro pasa a ser un gasto fijo más y no queda más remedio que acostumbrarnos al nuevo estatus financiero, adaptando el resto de los gastos y reduciendo aquellos desembolsos que no sean realmente necesarios.
En definitiva, como el dinero no llega al bolsillo, quienes siguen esta tendencia no tienen que hacer ningún esfuerzo para ahorrarlo. Simplemente, se han acostumbrado a un nivel de vida un poco más bajo que el que les permitirían sus ingresos.
¿De cuánto puede ser el preahorro?
No hay una respuesta única. Cada caso es un mundo y una persona podrá preahorrar solo $50 al mes y otra se sentirá cómoda con $300. En cualquier caso, siempre es recomendable hacer previamente un pequeño examen a nuestras finanzas personales para hacer una estimación inicial de nuestra capacidad real de ahorro.
Lo primero es calcular bien los ingresos fijos de que se dispone, teniendo en cuenta que muchas veces no solo se recibe un salario mensual, sino que una persona puede tener otras entradas de dinero como pueden ser un alquiler, la rentabilidad de productos financieros o, por ejemplo, algún tipo de comisión o derechos de autor. Todo suma.
Luego toca la parte más importante: reflexionar sobre las necesidades que tenemos o, mejor dicho, que creemos que tenemos y revisar si todos los gastos fijos periódicos son realmente imprescindibles. A eso hay que sumar un fondo para imprevistos y otro para gustos y ya es posible tener una idea clara de cuál es la situación financiera y la capacidad para preahorrar.
Lo cierto es que el preahorro dependerá de las circunstancias de cada persona o familia y sus metas. Estos pueden ser a corto plazo para, por ejemplo, comprar un auto sin recurrir a un préstamo financiero, disfrutar de un gran viaje o afrontar la entrada de una vivienda. Pero generalmente uno asume el hábito de preahorrar con visión de largo plazo, para gozar de una buena salud financiera en el futuro, ya sea para complementar la pensión de jubilación o, incluso, para alcanzar la llamada libertad financiera.
Fuente: BBVA