Presupuesto espiritual y financiero

Presupuesto espiritual y financiero

General Planificación y Presupuesto

Autora: Lourdes Hernández

Esta época navideña y de fin de año es la mejor oportunidad para reflexionar sobre el presupuesto financiero. Y mucho más, sobre el presupuesto espiritual.

Integrar las finanzas a la vida no es solo registrar los gastos diarios, sino analizar donde estoy, que quiero, que cambios voy a hacer a mi vida.

Hacer un presupuesto de vida nos aclara lo siguiente:

  1. Los recursos con los que cuento:

¿Mis recursos en el año que termina fueron suficientes, limitados, desaprovechados, improvisados, multiplicados, incomprendidos?

Tal vez eran suficientes, pero los desaproveché. O quizás traté de multiplicarlos, pero no tuve el apoyo.

La vida que queremos ¿nos alcanzará con lo que tenemos en dinero y bienes?

¿Nos alcanzará con los vínculos que tenemos? Qué sucedería si se desmorona una relación.

O si nace un nuevo vínculo, un casamiento en la familia, o un ascenso laboral. Lo quieres o no. Cómo planteas manejar esos cambios.

Hay cosas que vienen sin elegirlas.

  1. ¿Qué valores quiero que rijan mi vida?

Haciendo un inventario de recursos y valores, nos damos cuenta de que, sin impulso, sin motivación y sin una serie de afectos, poco o nada podemos hacer para mejorar nuestras finanzas. Somos integrales, no podemos solo pensar en diversión o dinero para el cumplimiento de nuestros sueños. No todo es material.

Reflexiono ¿cómo quiero vivir, amar y servir en el 2023? ¿Me alcanzan mis recursos monetarios y afectivos para eso?

  1. Quién soy, qué talentos tengo.

Si ponemos a trabajar nuestros talentos, somos felices. Recordemos que de niños nos daba alegría terminar de pintar algo, y orgullosos lo regalábamos a nuestra mamá, papá, abuela…

De chicos y de grandes debemos pensar qué quiero. Y si planifico, van a salir las cosas. Se avanza poco a poco, pero si me desvío un milímetro en el camino, este se abre y voy a otro lugar totalmente diferente al que quería ir.

Un niño sabe cuál es su talento. Un adulto no. En cambio, el adulto sabe muy bien sus defectos.

  1. Hago mi presupuesto afectivo.

Es algo tan enriquecedor hacer el presupuesto afectivo, porque soy yo el que está motivado a ahorrar, a trabajar. Está bajo mi control.

Si tengo ansiedad en gastar compulsivamente, algo me falta en mi parte inmaterial por eso la lleno con cosas materiales.

En las redes vemos en un minuto la cuenta de un-una influencer, de alguien que te vende moda, salud, vemos la cuenta del papa Francisco, de un carro del año, de finanzas personales.

Según Kike Delgado, de la cuenta Take me Back, “el Internet vino a democratizar la comunicación, pero también la envidia, la tristeza, la falta de saciedad”.

Nos venden sueños que no nos gustan, que no son lo nuestro.

¿Tengo deudas con mis sueños? ¿Qué me debo a mí mismo y no he pagado?

Entrar al año nuevo como un barco de papel, sin norte, es un error. Al primer viento, me pierdo.

Por eso, pensemos en sueños legítimos, nuestros, desde la sobriedad. Y en cómo cumplirlos.

 

Fuente: Valeria Arellano y Kike Delgado